El geógrafo Álvaro Blázquez – compañero de tantas marchas de Allende Sierra -, cuyo estudio “El paisaje urbano del puerto de Navacerrada” está en nuestra web desde 2012, es el autor de este interesante artículo, lleno de actualidad.
ESTO NO SE TOCA
Nunca ha sido reconocido por ello, pero el genial director de cine Werner Herzog fue quizás el que mejor indagó en ese espíritu entre surrealista y patético que a veces surge en la forma de ser de algunos antiguos coterráneos, “conquistando” y renombrando tierras, como Lope de Aguirre, a la vez que se otorgaban cargos desde una triste chalupa a la deriva por el Amazonas, rodeado de poco más de cinco desarrapados; o qué decir de Los Últimos de Filipinas, esos curiosos soldados que luchaban en una guerra ya terminada y finiquitada el año anterior. En cierto modo, es enternecedor ese tipo de español adorador de lo inamovible –aunque todo se mueva a su alrededor– adorador de lo que no se debe tocar o cuestionar –aunque ya esté todo muy tocado– o aún peor, adorador de lo que ya no existe.
“El valle no se toca”, fue el último mensaje de ultratumba, y hace pocos días, cierto que en un contexto distinto, ha surgido otra salva que podríamos resumir en “El remonte no se quita”.
Estamos hablando de unas cuantas pequeñas pistas de esquí y otras tantas sobre la ladera de Guarramillas prácticamente inutilizadas porque –todo el mundo lo sabe, o debería saberlo– ya apenas nieva allí. Son decenas de miles de personas las que cada mañana pueden divisar el puerto de Navacerrada y comprobar, cada vez ya menos desconcertadas, como puede desaparecer la nieve de allí en pleno mes de enero.
Infonieve es una página web que informa a los esquiadores del estado de las estaciones y aporta unos gráficos interesantes históricos de la última década que son muy definitorios de lo que ocurre en el caso del puerto de Navacerrada. Según Infonieve, esta estación posee hasta 11 pistas esquiables, de las cuales cuatro –las más largas– pertenecen a la ladera de las Guarramillas; las restantes, con posibilidad de nieve artificial, se sitúan sobre El Telégrafo y –salvo la pista de El Bosque de 800 metros de longitud– no sobrepasan los 325 metros (alguna situada en la loma del Telégrafo apenas llega a los 100 metros de largo). Según estos gráficos, en la temporada 2009/2010 hubo unos cuantos días sueltos y una semana entre enero y abril con más de 7 pistas abiertas, algo que se repitió en la temporada 2017/18 ¡un solo día! Otros años, el número de pistas abiertas baja incluso de las 6 o cinco. Es decir, pistas como El Bosque han podido permanecer cerradas algunos años al ser más difíciles de rellenar con nieve artificial.
Nevasport da otra información más detallada: siete pistas en la zona baja y hasta nueve en la zona alta. No posee datos de años anteriores, pero coincide, en todo caso, con el número de pistas de la zona baja. En definitiva, podemos asegurar que Navacerrada no es desde hace ya muchos años una estación de esquí, sino de microesquí. Un microesquí que podría adaptarse a la cercana estación de Valdesquí, con sus monitores incluidos.
“Otro golpe del gobierno a Segovia”, afirma un hiperventilado articulista por el lado norte comparando nuestra preciosa Sierra, aunque humilde en altura, nada menos que con los Alpes, casi dos mil metros más altas y dos mil kilómetros más al norte. Peor, sin embargo, resulta el comunicado del ayuntamiento de Cercedilla donde también lamenta la pérdida de estos tres remontes. Peor porque ni siquiera saben defender sus posiciones, algo que, al menos, sí acierta a veces el anterior articulista. Error enorme es vincular la “filosofía” de Giner de los Ríos con el esquí alpino, sus hierros y cables asociados. Cierto que personas de la ILE llegaron a esquiar a principios del siglo XX, pero Giner nunca dijo una sola palabra sobre este deporte sencillamente porque no existía cuando él transitaba por la Sierra en el siglo XIX, al menos en España.
Tampoco se trata de demonizar el esquí, existen muchas formas de esquiar y los remontes necesarios para la variedad alpina no es una moda nacional, sino que se enclava dentro de unas ideas desarrollistas de los años 60 y 70 en toda Europa; pero no se puede utilizar –sí, una vez más– el desarrollo sostenible para ver nieve donde no la hay. Exagerado –“herzogiano” podríamos decir– es considerar la “muerte anunciada” del puerto el cierre de la estación de esquí. Precisamente el problema del puerto es el contrario: su masificación y sus atascos. Exagerado también es vincular la actividad económica de Cercedilla (¡e incluso de otros pueblos cercanos!) al cierre de estas pistas. El equipamiento residencial del Puerto de Navacerrada es, incluso cuando se puede esquiar, fantasmagórico, plagado de edificios abandonados o a punto de serlo. Prácticamente nadie duerme allí. Solo funcionan dos restaurantes (uno con pequeño hostal) y dos bares-restaurantes que pueden nutrirse de visitantes de todo tipo, no solo esquiadores. Las residencias que quedan se mantienen a duras penas. Los 365 apartamentos repartidos en feos y desproporcionados bloques son todavía más fantasmagóricos.
Cualquier esquiador con un mínimo de veteranía te dirá que esquiar en Navacerrada, incluso en la ladera de Guarramillas, es aburrido; las pistas son cortas, monótonas y con un entorno demasiado compartido quizás con entrañables domingueros que solo van a tirarse nieve a la cara.
Pero aquí no se puede mover nada. Hay que insistir una vez más, Valdesquí queda –en todo caso– a menos de media hora del Puerto. Es igual; seguiremos, como Lope de Aguirre, realizando gestas desde una chalupa desvencijada, luchando en guerras que ya no existen, y ganando medallas en pistas sin nieve.
Alvaro Blazquez
Geógrafo y escritor, autor del estudio Paisaje Urbano del Puerto de Navacerrada