El pinar de El Paular busca una salida

  • La maderera que explota el aserradero de Rascafría y cuida del bosque lucha por evitar el cierre
  • La Comunidad elude comprar el paraje para conservarlo

Los listones de madera se amontonan en el aserradero del pueblo de Rascafría. La crisis se ha cebado con el sector maderero y no se venden. Proceden del pinar de El Paular, 2.050 hectáreas que, junto con las 7.600 de Valsaín, forman una de las masas de pino silvestre más importantes de Europa. La empresa Sociedad Belga de los Pinares de El Paular, que explota su madera y lo cuida desde hace más de 160 años, busca ahora soluciones para no tener que echar el cierre. Julio Vías, naturalista y miembro de Castellarnau ­sociedad de amigos de Valsaín y La Granja­, explica que la desaparición de la explotación conllevaría un abandono del pinar, lo que afectaría a la conservación de la zona, que hasta ahora ha sido impecable.

«Los cortes de pinos no son aleatorios. Están supervisados por un grupo de ingenieros de montes, de tal manera que la masa forestal ha aumentado y se ha conservado la biodiversidad del entorno», explica. La fauna también ha salido beneficiada, sobre todo el buitre negro, especie protegida, que ha pasado de 18 parejas en 1984 a un centenar en 2010. «Y no se puede olvidar que, gracias a esta empresa, el pinar se salvó de la tala salvaje que sufrieron otros de la cabecera del Valle del Lozoya tras la desamortización de 1836», puntualiza.

La Comunidad de Madrid ha negado a la empresa el permiso para reformar el aserradero de Rascafría y adecuarlo a la demanda actual, debido a que el suelo no tiene la calificación de industrial. «No lo entendemos, porque las instalaciones funcionan desde 1876 que empezamos a explotar el pinar y con todos los permisos», comenta Bruno Lecocq, presidente del Consejo de Administración de la sociedad. Al mismo tiempo, explica que no pretenden construir una gran fábrica. «Solo queremos llevar a cabo unos retoques que nos permitan, por ejemplo, meter unas máquinas para ensamblar vigas más largas. También habíamos pensado en la posibilidad de producir biomasa», aclara. Otra opción sería la adquisición del pinar por parte de la Administración pública. Pero los tiempos no están para esos gastos, comentan desde la Consejería de Medio Ambiente del Gobierno regional.

En el Ministerio de Medio Ambiente se sacuden el problema, con un escueto: «Es competencia de la Comunidad de Madrid». La posible compra llegó al Congreso de los Diputados en mayo pasado, cuando Gaspar Llamazares, portavoz de Izquierda Unida, planteó una pregunta a la mesa de la Cámara baja para saber si el Gobierno había estudiado la posibilidad de adquirir los pinares para preservarlos como bien público. No ha habido respuesta.

Aunque ahora no entra en sus planes, la Comunidad de Madrid se planteó en el año 2002, en los tiempos de Alberto Ruiz­Gallardón, comprar el pinar para incluirlo como monte público en la zona periférica de protección del Parque Nacional de la Sierra del Guadarrama. «Se pusieron en contacto con nosotros y tuvimos varias conversaciones. Incluso valoraron lo que costaría, unos 18.000 euros por hectárea. Pero, todo quedó en nada», relata Lecocq.

Desde el Ayuntamiento de Rascafría el apoyo a la empresa es total. «El pinar siempre ha significado mucho para el pueblo. Ahora trabajan 10 personas y todas son de aquí, y tienen razón en que hay que transformar el aserradero para que sea rentable», cuenta la alcaldesa, Ana María García (PSOE).

La empresa de momento continúa: «Nuestra prioridad es seguir funcionando y mantener el empleo, pero de esta manera no vamos a poder», explica su presidente.

Raíces en la Reconquista

El monte en el que se asienta el bosque del Paular, conocido como el Pinar de los Belgas, fue propiedad de la Comunidad y Tierra de Segovia ­institución que tenía como finalidad el disfrute común de las tierras­desde la Reconquista.

En 1675 la Corona lo cede al Monasterio de El Paular. Más de un siglo y medio después, en1837, con la Desamortización de Mendizábal, los terrenos salen a la venta. El adjudicatario, Andrés Andreú, los vende tres años después a la Sociedad Civil Belga de los Pinares de El Paular, que los explota para el aprovechamiento maderero desde entonces.

La zona está incluida parcialmente en el Parque Natural de la Cumbre, Circo y Lagunas de Peñalara, y en la Zona de Especial Protección para las Aves del Alto Lozoya.

La especie más abundante es el pino silvestre (del que se aprovecha comercialmente la madera), que crece junto a rebollos, abedules, tejos y álamos. Esta masa forestal se ha convertido en el refugio de especies tan emblemáticas como el buitre negro y una gran variedad de aves rapaces

 

El País

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