Allende Sierra. Marcha de Otoño 2017

El Pinar de Valsaín y la Sierra del Dragón.

Valsaín es la superficie forestal de mayor amplitud paisajística en la sierra de Guadarrama, situado en el gran valle que forma el río Eresma y sus arroyos de cabecera, más otro valle muy  cerrado en torno al río de la Acebeda. Un enorme bosque de más de 10.000 ha. cuya especie claramente dominante es el pino silvestre y que nos ofrece también una huella histórica notable no solo por situarse en él el Real Sitio de San Ildefonso, sino por la propia masa forestal explotada y a la vez conservada inteligentemente desde tiempos de Agustín Pascual y Joaquín María de Castellarnau.

Siete Picos es una cresta granítica con seis cumbres en forma de grandes tors, más una séptima,  denominado Majalasna, de menor altura, pero no por ello de menor encanto. Su  característica orografía, en forma de espinazo de un  gigantesco saurio, explica que durante la Edad Media recibiera el nombre de Sierra del Dragón, topónimo que merecía haber perdurado puesto que el actual sólo es riguroso visto desde Madrid: desde Segovia el Pico de Majalasna no se percibe. De un modo u otro esta formación es el auténtico corazón de la Sierra de Guadarrama, pues en ellos concurre la alineación Abantos-La Peñota y la Mujer Muerta por el oeste para despegarse después por el este Guarramillas-Cuerda Larga y Peñalara-Carpetanos. Entre las grandes moles de aspecto masivo y parameras cumbreñas, Siete Picos (junto con La Pedriza y otras releves menores como La Cabrera) supone, al ofrecer formas más agrestes y ligeras, el contrapunto imprescindible que dan al conjunto de la Sierra de Guadarrama una interesante variedad estructural y visual. Es el granito diaclasado y meteorizado frente a la roca gneisica generalmente más compacta.

Lo abrupto y umbrío del terreno ha dado lugar a varias  leyendas. La más conocida es fruto de la publicación en 1931 de la novela gótica La sombra  blanca de Casarás, del valsabinense Jesús de  Aragón (el “Julio Verne español”). Por ella sabemos que aún deambula por estos lugares el espectro del  senescal de la Orden del Temple Hugo de Marignac, poseedor del tesoro de los templarios que logró huir de sus perseguidores arrojándose al abismo por la  Ventana del Diablo, balcón perfectamente enmarcado que podremos avistar junto al Tercer Pico.

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